La biografía del yaracuyano Fortunato Carmelo Fernández Páez, emblema
tanto del arte como de la milicia grancolombianos, exponente del género histórico en
las artes plásticas nacionales, revela un itinerario existencial bastante accidentado,
desde su nacimiento, ocurrido en Guama
el 30 de junio de 1809,
fuera del matrimonio de su madre, doña
Luisa Páez Herrera,
hermana del General José Antonio Páez, a quien la existencia de su sobrino no
logró agradarle del todo, a pesar de que casi nunca le faltó el amparo del
llanero, pero cuyo parentesco le causó problemas políticos a Fernández en
diversas ocasiones. Por otra parte, su admiración por Simón Bolívar, a quien
conoció personalmente y de quien elaboró retratos del natural, le distanciaba de
Páez.
Apremiada por la precaria situación
económica, la madre de Carmelo se ve obligada a acompañar a su hermano
por los distintos escenarios de la guerra, tanto de
Al cumplir 12 años, Fernández se
traslada a Caracas, por deseo expreso de su madre, a estudiar bajo la
protección de su tío, quien al ver sus dibujos comprende su talento artístico. Barbarita Nieves (amante de Páez) se hace cargo de él, le
enseña a tocar el piano e incentiva su interés por la plástica, a tal punto que
el oficial francés Jean Pierre Lessabe lo admite en su academia de dibujo y
pintura. Páez, siguiendo el consejo del maestro, así como de Tomás Lander, lo
envía a Nueva York, con 14 años, en compañía de los hijos de este último, en
Este período no fue fácil
para él, le entristeció el encuentro en los Estados Unidos con sus primos, los
hijos de Páez, a quienes halló abandonados y sucios, y debió enseñar a comer y
asearse, y para colmo, la quiebra de la casa Lander hizo que tuviera que suspender
las clases de dibujo en las que había adquirido grandes destrezas, tanto en la
acuarela (de esta técnica se conoce el retrato del capitán León Cazorla) como
en el dibujo. Tales circunstancias le obligan a regresar a Venezuela, además de
buscar el dinero que se adeuda a la escuela para poder traer de vuelta a sus
primos.
Ya en Caracas, Carmelo
Fernández tuvo ocasión de participar en la apoteosis a El Libertador, durante
la última estadía de éste en Venezuela en 1827, y presenció los honores que le
hizo a Páez, regalándole una espada con piedras preciosas. De ahí se traslada a
Puerto Cabello, siguiendo las órdenes de su tío, quien deseaba que se dedicara
al comercio, pero Fernández opta por la milicia y se enrola en calidad
de cabo, en el Segundo Escuadrón de Granaderos Montados, lo cual deteriora aún
más las relaciones entre ambos. En esa misma ciudad, toma clases de geometría con el comandante Casares.
En 1829 se traslada a Bogotá y sirve a
las órdenes de Simón Bolívar en el Batallón de Cazadores de Occidente. De Bogotá viaja
a Antioquia para ponerse a disposición del general Daniel Florencio O’Leary, participa
en el encuentro con el general
disidente José María Córdoba y en la
batalla del Santuario, al mando del coronel Carlos Luís Castelli (Piamonte, Italia)
comandante militar de Antioquia, donde perdió la vida el general Córdoba, el 18 de octubre de 1829, evento que describe
detalladamente Fernández en sus Memorias,
escritas en 1880 y publicadas en 1940. Durante su estadía en la capital neogranadina se enamora
de María Teresa Tinoco, a quien le
dará en obsequio un retrato en miniatura de El Libertador, elaborado por
Antonio Meucci. En esos años, Fernández conoció con sumo detalle el territorio
colombiano, no solo desde la perspectiva geográfica, sino también en lo que se
refiere a los tipos y costumbres de la tierra. De vuelta a Venezuela se
establece en Valencia, poco antes de la muerte de Bolívar para reencontrarse
con su madre. En enero de 1831 vuelve a Colombia, llega a Cartagena vía
Curazao-Santa Marta, para integrarse a la sección de caballería durante la
dictadura de Rafael Urdaneta, y el mes de marzo cae preso en Soledad.
La geografía de Venezuela, había estado
muy desatendida hasta el momento en que el Congreso Constituyente de 1830,
emitió un decreto comisionando al comandante italiano Agustín Codazzi a
levantar el plano del Estado. La modernidad y actualidad de los trabajos de
Codazzi fueron determinantes, al punto de que Reclus, uno de los más reputados
geógrafos europeos de fin de siglo, en 1893, reconocía que el principal
documento cartográfico a consultar para el estudio de Venezuela era la carta de
Codazzi, publicada en París. A diferencia de Humboldt y Depons, Codazzi tenía
una perspectiva muy clara de cual era la situación en las colonias, lo que le
hace prestar apoyo al ejército libertador.
Antes de su retorno a
Venezuela, Carmelo Fernández recibe el encargo del gobierno colombiano de
levantar la carta geográfica del país, por lo que se le transfiere a la sección
de Topografía del Ejército y asciende a teniente. Pasa a las órdenes de Codazzi, en el ejército venezolano
de
Entre 1841 y 1842 Fernández ejerce la
docencia en los colegios caraqueños “Roscio” y “
Testigo del nacimiento de la república, colaboró en la creación de símbolos patrios tanto de Colombia (la que visitó en cuatro oportunidades) como de Venezuela. Es de hacer notar su maestría en la acuarela sobre marfil y como grabadista.
A él se le atribuye el conocido dibujo de Páez “El Rey de los Araguatos” con el lema “Ideado por Carmelo Fernández y dibujado por Olegario Meneses.”
También se le atribuyen dos retratos de Bolívar durante el desembarco de
Ocumare de
Por
Por su temática, las
obras que realizó Fernández con motivo de estas ceremonias pueden dividirse en
tres categorías: el registro de las ceremonias, el retrato del Libertador y los
retratos de los comisionados de Colombia y Venezuela. Durante esos mismos años
se asocia con la firma litográfica “Muller y Stapler” en Caracas, y realiza la
composición gráfica del semanario “El Promotor” muy importante para la época. La
visión que refleja Fernández en estas obras, del proceso de traslado de los
restos de El Libertador, se modifica con el avance de los acontecimientos,
pasando de una primera apreciación un tanto naif,
a una pomposa, abigarrada y solemne.
A
partir de 1859 se radica en Maracaibo, en donde se dedicará a la docencia de
las artes en diversos institutos oficiales. Entre sus obras más conocidas
destaca “Bolívar en el Chimborazo”.
El 7 de diciembre de 1870, el general
Venancio Pulgar toma
En
1986
Al cumplirse 96 años de su fallecimiento, ocurrido en Caracas el 9 de febrero de 1887, los restos de Carmelo Fernández fueron traslados al Panteón Nacional, como parte de las celebraciones del Bicentenario del Nacimiento de Simón Bolívar.