Carmelo Fernández: artista y militar




La biografía del yaracuyano Fortunato Carmelo Fernández Páez, emblema tanto del arte como de la milicia grancolombianos, exponente del género histórico en las artes plásticas nacionales, revela un itinerario existencial bastante accidentado, desde su nacimiento, ocurrido en Guama el 30 de junio de 1809, fuera del matrimonio de su madre, doña Luisa Páez Herrera, hermana del General José Antonio Páez, a quien la existencia de su sobrino no logró agradarle del todo, a pesar de que casi nunca le faltó el amparo del llanero, pero cuyo parentesco le causó problemas políticos a Fernández en diversas ocasiones. Por otra parte, su admiración por Simón Bolívar, a quien conoció personalmente y de quien elaboró retratos del natural, le distanciaba de Páez.

Apremiada por la precaria situación económica, la madre de Carmelo se ve obligada a acompañar a su hermano por los distintos escenarios de la guerra, tanto de la Independencia, como de la Guerra Federal, y con ella su hijo, de aquí que sean los temas bélicos, tropas y escenas militares, la principal inspiración del joven artista.

Al cumplir 12 años, Fernández se traslada a Caracas, por deseo expreso de su madre, a estudiar bajo la protección de su tío, quien al ver sus dibujos comprende su talento artístico. Barbarita Nieves (amante de Páez) se hace cargo de él, le enseña a tocar el piano e incentiva su interés por la plástica, a tal punto que el oficial francés Jean Pierre Lessabe lo admite en su academia de dibujo y pintura. Páez, siguiendo el consejo del maestro, así como de Tomás Lander, lo envía a Nueva York, con 14 años, en compañía de los hijos de este último, en 1823, a continuar su formación artística y científica, allí pasa 4 años, hasta enero de 1827. Estudia ingeniería y cartografía en el Colegio Washington, bajo la dirección del maestro mexicano Mariano Velásquez de la Cadena y la tutoría del pintor italiano Ennio Pinistre. Sin embargo, su obra es casi la de un autodidacta, porque su formación académica no fue todo lo completa que pudiera suponerse.

Este período no fue fácil para él, le entristeció el encuentro en los Estados Unidos con sus primos, los hijos de Páez, a quienes halló abandonados y sucios, y debió enseñar a comer y asearse, y para colmo, la quiebra de la casa Lander hizo que tuviera que suspender las clases de dibujo en las que había adquirido grandes destrezas, tanto en la acuarela (de esta técnica se conoce el retrato del capitán León Cazorla) como en el dibujo. Tales circunstancias le obligan a regresar a Venezuela, además de buscar el dinero que se adeuda a la escuela para poder traer de vuelta a sus primos.


Ya en Caracas, Carmelo Fernández tuvo ocasión de participar en la apoteosis a El Libertador, durante la última estadía de éste en Venezuela en 1827, y presenció los honores que le hizo a Páez, regalándole una espada con piedras preciosas. De ahí se traslada a Puerto Cabello, siguiendo las órdenes de su tío, quien deseaba que se dedicara al comercio, pero Fernández opta por la milicia y se enrola en calidad de cabo, en el Segundo Escuadrón de Granaderos Montados, lo cual deteriora aún más las relaciones entre ambos. En esa misma ciudad, toma clases de geometría con el comandante Casares.

En 1829 se traslada a Bogotá y sirve a las órdenes de Simón Bolívar en el Batallón de Cazadores de Occidente. De Bogotá viaja a Antioquia para ponerse a disposición del general Daniel Florencio O’Leary, participa en el encuentro con el general disidente José María Córdoba y en la batalla del Santuario, al mando del coronel Carlos Luís Castelli (Piamonte, Italia) comandante militar de Antioquia, donde perdió la vida el general Córdoba, el 18 de octubre de 1829, evento que describe detalladamente Fernández en sus Memorias, escritas en 1880 y publicadas en 1940. Durante su estadía en la capital neogranadina se enamora de María Teresa Tinoco, a quien le dará en obsequio un retrato en miniatura de El Libertador, elaborado por Antonio Meucci. En esos años, Fernández conoció con sumo detalle el territorio colombiano, no solo desde la perspectiva geográfica, sino también en lo que se refiere a los tipos y costumbres de la tierra. De vuelta a Venezuela se establece en Valencia, poco antes de la muerte de Bolívar para reencontrarse con su madre. En enero de 1831 vuelve a Colombia, llega a Cartagena vía Curazao-Santa Marta, para integrarse a la sección de caballería durante la dictadura de Rafael Urdaneta, y el mes de marzo cae preso en Soledad.

La geografía de Venezuela, había estado muy desatendida hasta el momento en que el Congreso Constituyente de 1830, emitió un decreto comisionando al comandante italiano Agustín Codazzi a levantar el plano del Estado. La modernidad y actualidad de los trabajos de Codazzi fueron determinantes, al punto de que Reclus, uno de los más reputados geógrafos europeos de fin de siglo, en 1893, reconocía que el principal documento cartográfico a consultar para el estudio de Venezuela era la carta de Codazzi, publicada en París. A diferencia de Humboldt y Depons, Codazzi tenía una perspectiva muy clara de cual era la situación en las colonias, lo que le hace prestar apoyo al ejército libertador.



Antes de su retorno a Venezuela, Carmelo Fernández recibe el encargo del gobierno colombiano de levantar la carta geográfica del país, por lo que se le transfiere a la sección de Topografía del Ejército y asciende a teniente. Pasa a las órdenes de Codazzi, en el ejército venezolano de la Tercera República, para colaborar en la elaboración del Atlas y Geografía de Venezuela. En 1835, la Sociedad Económica de Amigos del País publica el trabajo precursor del Resumen: el Anuario de la provincia de Caracas (1832 a 1833), en el cual colaboró también Cajigal. Para llevar a cabo la edición del Atlas y la Geografía, contó Codazzi también con el apoyo de historiadores como Rafael María Baralt y Ramón Díaz, con quienes viaja a París, en 1840, para supervisar la publicación de la obra. En Paris, Fernández trabaja en el taller litográfico de los hermanos Thierry, y conoce a algunos artistas notables de la época como Pierre Roch Vigneron.


            La ilustración que figura al comienzo del Atlas procede de la mano de Fernández, se trata de una viñeta (litografía sobre papel) en la que aparecen los símbolos patrios: la bandera, el escudo, la patria representada por una indígena, la libertad como un caballo blanco, la riqueza del paisaje tropical, tanto de su flora como de su fauna y el río Orinoco.

 

Entre 1841 y 1842 Fernández ejerce la docencia en los colegios caraqueños “Roscio” y “La Paz”, y entre sus alumnos figura Martín Tovar y Tovar. A Fernández se le ha considerado fundador de la enseñanza de la pintura en Venezuela. Entre los retratos que realiza, es notable la iconografía de Páez así como la de Barbarita. Algunos de estos dibujos fueron publicados en la Autobiografía del general.

Testigo del nacimiento de la república, colaboró en la creación de símbolos patrios tanto de Colombia (la que visitó en cuatro oportunidades) como de Venezuela. Es de hacer notar su maestría en la acuarela sobre marfil y como grabadista. 

A él se le atribuye el conocido dibujo de Páez “El Rey de los Araguatos” con el lema “Ideado por Carmelo Fernández y dibujado por Olegario Meneses.”



 También se le atribuyen dos retratos de Bolívar durante el desembarco de Ocumare de la Costa (6 de julio de 1816), en el que aparece solo, y en el otro acompañado de Carlos Sublette, Pedro Briceño Méndez, Gregor Mac Gregor y Luis Brión.



           

Por la Puerta de Caracas llegan los restos de El Libertador, en 1842, procedentes de Santa Marta (Colombia), para ser depositados con las pompas correspondientes en la cripta de los Bolívar en la Catedral capitalina. La Comisión oficial para la Repatriación de los Restos estaba presidida por el Dr. José María Vargas, a quien acompañó Carmelo Fernández Páez, encargado de dejar testimonio gráfico del acontecimiento. En esta misión realizo 22 dibujos, de los cuales sólo se conservan 8, publicados en el periódico “El Venezolano” del 17 de diciembre de 1843. 

          Por su temática, las obras que realizó Fernández con motivo de estas ceremonias pueden dividirse en tres categorías: el registro de las ceremonias, el retrato del Libertador y los retratos de los comisionados de Colombia y Venezuela. Durante esos mismos años se asocia con la firma litográfica “Muller y Stapler” en Caracas, y realiza la composición gráfica del semanario “El Promotor” muy importante para la época. La visión que refleja Fernández en estas obras, del proceso de traslado de los restos de El Libertador, se modifica con el avance de los acontecimientos, pasando de una primera apreciación un tanto naif, a una pomposa, abigarrada y solemne.

            A partir de 1859 se radica en Maracaibo, en donde se dedicará a la docencia de las artes en diversos institutos oficiales. Entre sus obras más conocidas destaca “Bolívar en el Chimborazo”.

El 7 de diciembre de 1870, el general Venancio Pulgar toma la Presidencia del Estado Zulia y designa a Carmelo Fernández ingeniero y pintor oficial del gobierno regional. Fernández se ocupa de transformar la antigua Plaza Concordia en Plaza Bolívar de Maracaibo y pinta los murales sobre temas maracaiberos en el Palacio de las Águilas. Pulgar es reemplazado en el cargo en 1874, y Fernández vuelve a Europa en una gira que lo levará a Italia, Francia y Alemania. De regreso -una vez más- en 1877 el general Francisco Linares Alcántara lo designa como ingeniero al servicio del Ministro de Obras Públicas y miembro principal del Instituto Nacional de Bellas Artes; simultáneamente dirige la sección de dibujo de la institución, cargo que ocupará hasta 1884.

En 1986 la Litografía Arco publicó el libro: Acuarelas de la Comisión Corografica, con las ilustraciones completas de la colección de la Biblioteca Nacional, pertenecientes a los tres dibujantes comisionados: Carmelo Fernández, Enrique Price y Manuel Maria Paz.


Al cumplirse 96 años de su fallecimiento, ocurrido en Caracas el 9 de febrero de 1887, los restos de Carmelo Fernández fueron traslados al Panteón Nacional, como parte de las celebraciones del Bicentenario del Nacimiento de Simón Bolívar.